martes, 15 de marzo de 2011

Supervivivientes. La sombra de una sociedad machista. Parte 1

Y entonces, fueron felices y comieron perdices... Es un final que siempre la sociedad ha escuchado, que todas las mujeres desean y al que la cultura occidental nos tiene acostumbrados.


Antonia era una mujer joven mexicana que trabajaba cómo profesora de universidad en su ciudad. Ella estaba separada de su primer marido y tenían un hijo en común. Su vida era muy interesante y cómo la de cualquier otra chica de su edad. Ella trabajaba, tenía su grupo de amigos con los que salía al teatro, a bailar y hacer todo tipo de actividades culturales. A veces, cuándo se hacía muy tarde se quedaba encasa de su amiga a dormir. Además de dedicarse a su vida social y a su trabajo cuándo llegaba a casa tenía que atender a su hijo, cuándo le tocaba, ya que tenía custodia compartida, y mantener su hogar. Hasta aquí a todas las mujeres les suena la
historia.


Un día conoció a José Luis, a través de unos amigos, un cubano afincado en México que hacía estudios de biología. Se enamoró de él y a los 4 meses de haberse conocido se fueron a vivir juntos a un piso de alquiler.


Al principio todo era muy bonito, él se mostraba amable, encantador, demostraba que la quería, su familia estaba muy contenta con él y Antonia pensaba realmente que había rehecho su vida y que él sería su verdadero príncipe azul.

Fruto de esta relación nació una niña, que al igual que cómo su hijo, Antonia tuvo que prestar toda la atención del mundo y cómo la niña acababa de nacer, ella ya se privó de salir tantas veces con sus amigos y dedicarse más a cuidarla.

Poco a poco y sin darse cuenta fue creando un CIRCULO DE VIOLENCIA
- Según fuentes psicológicas y fuentes policiales, existe una dinámica que todo maltratador sigue a la hora de dominar a su víctima. Se denomina “círculo de la violencia”. Este círculo comienza desde el noviazgo, cuándo un hombre decide por una mujer y le va prohibiendo cosas. A partir de que esta mujer cede, el círculo se va expandiendo y las opiniones van siendo cada vez más propiedad del hombre. Cuándo una mujer desobedece
a lo que el “macho dominante” les dice es cuándo realmente comienza el maltrato y ya es demasiado tarde para pararlo ya que, de una u otra manera la víctima ha cedido al juego del hombre. Es decir, todo ésto actúa cómo una pirámide dónde la figura principal es el hombre al que tiene que obedecer una mujer y ésta siempre por debajo de él. Todo ésto lo ha impuesto una sociedad en la que siempre se ha conocido en una pareja al varón cómo el principal pilar y el más fuerte y a la mujer cómo la más sensible, la más delicada, etc...

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